viernes, 9 de mayo de 2014

El barco de la vida

                                                                    MISERIA
 
el barco



 La noche
se volvió inquieta, las luces del globo terráqueo mareaban la mente del ciudadano nocturno, que al sonido del viento y el murmullo del agua se mecía en un viejo barco reciclado de guerra. La suavidad de su voz envolvía de aromas a las sirenas de turno. Las copas jugaban con las burbujas de champaña que se mecían una y otra vez entre las manos de los caballeros de frac, mientras, en un ala olvidado del barco, las ratas se sientan junto al dolor y la miseria.
-Los de pantalón remendado, quizás, solo un viejo puente, junto a una hoguera. Es el barco de la burla de la vida, de la abundancia y la escasez.
En el horizonte las olas danzaban y se erguían cubriendo el gran barco, mientras en el interior las voces se perdían hacia un fondo lleno de tinieblas, de algas oscura.
-A gritos nacidos desde la profundidad de sus almas, y con los corazones rotos de dolor, partían, aun tenían esperanza, lagrimas recorrían por sus mejillas sin ser vistas, firmes por forjar un futuro ante un destino incierto.
-¿Josefina, que llevas para el viaje? Pregunta Juliana la mayor de las tres, ¿Qué llevo rapaza? ¡Solo mi banca de madera, para sentar mis huesos viejos, de esta manera, tendré fuerzas para labrar la tierra que espera!
-Las tres amigas, se miraron, sus ojos decían todo, no sintieron el arranque del barco, fijas a su vieja tierra se fueron perdiendo en el horizonte gris, ante una vida, ¡o lo que les queda de ella! Incierta.
-Con maletas de madera rústica, llenas de sueños, y chorizo y jamón, partían al mundo de los hijos olvidados, sin tierra.
-Es el barco del dolor, de las secuelas de la guerra, ¡del horror y la miseria!
El Barco de la Vida por Maria Santos Casado está bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-NoDerivatives 4.0 Licencia Internacional .
Derechos Reservados:Licencia Creative Commons
Autora: María Santos Casado

Mery

2 comentarios :

  1. Me encanta. Me recuerda los relatos de aquellos hombres de mi tierra que se embarcaban hace cien años para "hacer las Américas" sin haber salido nunca de su aldea... ¡Hermoso y profundo! Un abrazo.

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